Mi boggart: la página en blanco
Si hay algo que da absoluto terror es empezar un nuevo proyecto creativo. Le damos vueltas a la idea, fantaseamos con las metas y el futuro, pero eso de sentarse y empezar lo llevamos un poco mal. Asimismo me atrevo a decir que les ilustradores y dibujantes de cómic nos enfrentamos mucho más a menudo a este fenómeno por la naturaleza de nuestro trabajo. Después de todo tenemos que lidiar con la dichosa página en blanco cada vez que empezamos una ilustración o una página de cómic nueva, y eso puede darse hasta varias veces en un solo día. Y si además haces el guión… que les dioses te pillen confesade.
A nivel personal, como alguien que ha lidiado y lidia con problemas de ansiedad y autoestima, la página en blanco es mi mayor enemigo. Puedo recordar perfectamente la sensación de perder horas y horas en redes buscando una excusa para no abrir el Clip Studio Paint. ¿Pero qué es lo que intento evitar al no enfrentarme a la página? Lo que evito es darle vueltas a una serie de pensamientos muy desagradables que me invalidan:
- El primero es abstracto y lo más probable es que se deba a una falta de experiencia mezclada con mi tendencia al perfeccionismo. Me encuentro con una incapacidad de dibujar en mi cerebro las formas que quiero representar. Traducido al cómic sería ser incapaz de pensar en la estructura (layout) de las viñetas. Es un bloqueo mental total. El diseño se emborrona en mi cabeza.
- «Para qué, si lo vas a hacer mal».
- «La historia es una basura».
- «Se van a reír e ti».
- «Van a juzgar el contenido y te van a etiquetar».
Esto aún ocurre me ocurre y seguirá ocurriendo cada vez durante mucho tiempo. No vengo a venderos una historia de superación ni a daros las claves del éxito, solo a contaros las cosas que he probado para sobrevivir a esos pensamientos y saltar el bache.
Huir vilmente de redes sociales
Todo comenzó con una locura. Estaba harte de mis circunstancias y tiré la casa por la ventana cerrando mis cuentas de twitter, dos pozos sin fondo de scroll infinito (ahora están abiertas de nuevo, pero casi no me acuerdo de su existencia). Ahí empezó la mejoría a corto plazo, pero también llegó el síndrome de abstinencia. Resulta que la gente necesita contacto humano, ¡quién iba a pensarlo! Para paliarlo empecé a hablar más a ciertas pobres almas por apps de mensajería y regresé a Instagram, una red que absorbe muchísimo menos tiempo que twitter y que está fuertemente basada en lo audiovisual, perfecta para mi. Instagram se ha convertido con el tiempo en una herramienta que me sirve para ir viendo mi progreso y buscar validación externa, que en ocasiones también es necesaria para mi autoestima.
No meterse prisa
A mi la presión me bloquea, así que esta vez decidí tomarme todo el tiempo que fue necesario para mentalizarme, porque a veces sí es buena idea esperar el momento perfecto. Inicié un viaje introspectivo, vi series, fui al cine, jugué a videojuegos (maldito Zelda: Breath of The Wild y sus 200 horas de juego…), y aproveché para quedar y conocer mejor a las nuevas personas que hay en mi vida. Todo esto procurando sentirme lo menos culpable posible por «no estar haciendo lo que debería». Si también os pasa suele ser una buena idea definirlo como tomarse unas vacaciones de un par de semanas.
Buscar inspiración y motivación
De nada sirve rascarse las gónadas si no se estimula un poco el cerebro al mismo tiempo. Durante este periodo leí cómics, pero cómics que sabía que iban a gustarme, nada de supuestas obras maestras. Leí cosas que se parecían a lo que quería conseguir en cuanto a longitud y sensaciones, y que además estuvieran cerca de mi nivel técnico. Los webcómics también son una opción, pero hay tantos y muchos tan olvidables que se pierde más tiempo intentando encontrar uno que leyendo. En este caso lo mejor es pedir recomendaciones directamente y evitarte la frustración de encontrar obras incompletas.
Seguir a otres creadores de cómic
Amigues mies, os quiero, pero tener las redes llenas de escritores me está llevando por el camino de la locura. Mi inspiración y mis ganas se han visto mermadas en los dos últimos años y sé que en gran parte a la falta de estímulos adecuados. De hecho mis pequeños esfuerzos se han visto mal dirigidos hacia la escritura de forma exclusiva, lo cual, aunque me ha ayudado a aprender cosas, me ha distraído de mis objetivo.
Al transformar el contenido al que me exponía y rodearme de gente que estaba pasando por el mismo proceso creativo que yo (cómic o webcómic), reforcé mi determinación y, por tanto, aumentaron mis ganas de empezar con el proyecto. Sin embargo me refrené y opté por acunar esas ganas. Lanzarse a hacer algo por impulso no me pareció una buena idea en ese momento.
Allanar el camino
No llegas a donde quieres ir si no empiezas a caminar, no hay otra, pero nadie especifica que tengas que dirigirte a tu objetivo nada más dar el primer paso. Dar un rodeo puede ser una buena solución para el bloqueo.
En mi caso decidí no ponerme plazos a la hora de plasmar mi idea en una primera página y comencé con mucha tranquilidad con la descripción de los personajes y el esquema de la historia. Busqué fotos de actores, tomé nota de películas de época victoriana de la BBC… De ahí pasé a detallar más la trama y a diseñar los personajes en papel, además de practicar cosas con las que sabía que iba a encontrarme, como objetos, vestidos de la época y exteriores.
Este esfuerzo se tradujo en que al terminar ambas cosas me sentí mucho más preparade para enfrentarme más tarde tanto a la página en blanco del guión como a la de cómic. En esas fechas podía notar que ya no tenía tanto miedo.
Enfrentarse a la página en blanco
Y entonces llegó el momento. Me senté delante del ordenador para escribir mi primera página del guión y los pensamientos negativos volvieron a mi cabeza, como era de esperar, aunque esta vez con menos decibelios gracias a la preparación anterior.
Tratando de ignorarlos, lo primero que hice fue formatear la página a mi gusto. Estructuré el documento con el título del capítulo, el nombre de las páginas, y el nombre de las viñetas (el guión de cómic es muy similar al de cine o teatro) y después solo tuve que empezar a rellenar los huecos repasando todos los resúmenes que había preparado en días anteriores. ¡El guión comenzó a fluir! Aunque no sin esfuerzo y mucho más despacio de lo que me hubiese gustado… fue una gran victoria.
Con el dibujo el proceso fue un poco diferente: decidí empezar a hacer bocetos de las páginas en una libreta de tamaño A6 sin muchas pretensiones, rayajos con un boli de tinta azul, y no los pasé a digital hasta tener unos cuantos. El contar con esa referencia visual y los layouts aprendidos me hizo muchísimo más fácil el proceso en el ordenador.
Unos días después no solo tenía una página, sino tres, además de la historia bastante avanzada en mis notas de Evernote y un blog en el que hablaros sobre ello. El pack completo, vaya.
Si yo que soy un absoluto desastre emocional puedo sobrevivir a una página en blanco, vosotres también podéis. Solo tenéis que empezar por dejar de presionaros para que deje de ser algo traumático. ¡Quitadle hierro al asunto!